Mi peor amigo no es ni mucho menos un santo. Es más bien un niño malo travieso y asesino de palabras que al contrario que otras personas, todo lo que toca lo convierte en polvo, en lugar de en oro.
No es mi mayor enemigo, no, es el más rastrero de mis amigos. No me gustan los enemigos, aunque en ocasiones son buenos para unirse a ellos cuando hace falta.
Mi peor amigo siempre discrepa y me acusa de escribir mal, aunque lo que acabe de escribir sea una trampa copiada de un periódico.
Este no-amigo mío dice que sabe hablar con ritmo y con acordes, pero eso es mentira. Es una mentira como una casa de grande, y todo lo que dice que sabe de armonía y composición, es una compota mental de imbecilidades.
A este viejo conocido mío, le sobran dos centímetros de lengua y le hacen falta un par de bofetones bien dados, que por si acaso, yo no se los voy a dar.
Este hombrecillo tan poco agradable de oír no se llama ni Pedro ni Juan, tiene un nombre que ahora no me acuerdo, porque los nombres de mis peores amigos los guardo en el fondo del contenedor de basura que hay en la esquina de mi calle y por esa esquina, no suelo transitar muy a menudo.
Este cenutrio de poca monta, este zapatero de soberbia, es la persona que más feliz me hace irme a la cama, no por nada, sino porque conforme voy metiéndome bajo las mantas tan tranquilo me lo imagino a él muerto de asco con su conciencia perdida en cualquier sitio. Y eso es triste y a mi llena de orgullo y satisfacción.
Mi peor enemigo no sabe nada de lo que tiene que saber, es como un maestro de mi colegio
el maestro Liendre, que de todo sabe y de nada entiende.
Esta mutación maligna de catedrático es la persona que menos me gustaría haber conocido, pero así son las cosas y así es la vida. Tiene que haber de todo.
Me encanta recordar a mi peor amigo de vez en cuando, porque cuando dejo de acordarme de el, la vida me parece un poco más de color de rosa.
No tengo enemigos, solo tengo un peor amigo, que a sido la única persona que ha dejado boquetes en los retales de mi historia.
Escrito por Depende a las 11 de Enero 2005 a las 05:57 PMMuy buen post!!! Si señor!!! Sigue así tío, eres un monstruo!!
Adiós
XDDDDDDDDDDDDDD
El puto amo. Así de sencillo.
Por cierto, ¿en qué capítulo salió ese inesperado Quiquer que salta entre bambalinas? Ah, ya... en uno censurado.Este blog se podría guionizar.
Pero el mejor párrafo que he leído en mi vida es este: Este cenutrio de poca monta, este zapatero de soberbia, es la persona que más feliz me hace irme a la cama, no por nada, sino porque conforme voy metiéndome bajo las mantas tan tranquilo me lo imagino a él muerto de asco con su conciencia perdida en cualquier sitio. Y eso es triste y a mi llena de orgullo y satisfacción.
Genial, es cómo una mezcla del malo de El inspector Gadget y el señor Burns.