Aqui os presento los dos poemas que ganaron en el concurso de relato y poesía que todos los años organiza el Colegio Los Olivos (Malaga), en la modalidad de poesía.
Este año, como algo excepcional, se concedieron dos primeros premios en poesia, siendo galardonados estos dos poemas:
Barniz de infinito
Para Jesús Luis,
La noche de Madrid firma postales
con la tez concentrada y silenciosa
que aún mantienen vivos los retales
del sueño de tu vida escrita en prosa.
Amigo del amigo Juan Ramón,
de saberes rotos en madrugada,
sensato alumno vivo de Platón;
maestro de La Voz Disciplinada.
Y llevando como escudo el amor,
olor amargo a barniz de infinito:
nueva Luz inmensa has encontrado.
Que nunca pierda el deseo el clamor
por gritar que del recuerdo no quito
los versos compartidos a tu lado.
Autor: Iván Morales Gavilán
Edén malacitano
Soberbio vergel creció
en viejo feudo del mar,
clara catedral del Sol,
magno alcázar natural.
Nervios de savia tiene su bóveda
verde, y se vislumbra el cielo azul
celeste entre las ramas y las hojas
que tejen celosías para la luz.
Dibujos caprichosos forma el suelo
con losas de colores, y en el cielo
desfila la gaviota con su vuelo
majestuoso, silencioso, quedo.
¿Y no se alcanzan a ver, entre pilares
vivientes, vegetales, tres sirenas
que con el agua danzan? No son tales,
sino divinas Gracias y doncellas
de la sensual nacida de los mares.
Perennes como el bronce, esclavas diosas
presas entre los acuáticos barrotes.
Palomas centinelas, guardia de rosas
en el jardín: cárcel de agua, luz y flores.
Eternas condenadas por hermosas.
Intérnese el paseante entre el ramaje
tupido y contemple las maravillas
que esconden estos boscosos parajes:
Plazoletas con bancos presididas
por broncíneas ninfas surtidoras
de agua clara, fresca y cristalina.
Álzanse también bustos marmóreos:
el divino poeta, el miles gloriosus,
y más allá, cruzando el pórtico arbóreo,
el enhiesto biznaguero vendedor
de olorosas flores de artificio,
el cantor popular y el compositor.
Y en cada laguna y en cada estanque
la hermosa cabeza del noble cisne
verás sobresalir sólo un instante
antes de volver a hundirse en el agua
buscando con su pico la jugosa carpa
de escamas de bronce forjado en fragua.
Ante esta divina labor
de Natura y de la Ciencia,
del hombre y de su tesón,
exclamamos con vehemencia:
¡Qué soberbio hijo de Flora,
que ya no de Poseidón,
al trocarse alga por flor
alejando el rompeolas!
Autor: Jesús Jurado Anaya.
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Escrito por Depende a las 9 de Mayo 2004 a las 05:49 PM